Extraído de CONTRAINFO
El dos de agosto de 2012, un gran grupo de personas se reunió por
fuera del Juzgado Federal de la calle Stewart para apoyar a lxs que
debían comparecer ante el Gran Jurado Federal que se convocó hace poco
en Seattle. La semana anterior, el Gran Jurado había citado a seis
personas para que respondieran unas preguntas y declararan sobre asuntos
desconocidos. Basándose en una orden de registro a una casa en Portland
que mencionaba “bibliografía anarquista” y la “destrucción de propiedad
gubernamental”, muchxs pueden asumir que el Gran Jurado está
investigando el ataque al antigua Juzgado Federal en el centro de
Seattle en las protestas del Primero de Mayo.
El 25 de julio, en Portland, el FBI irrumpió en una casa con una de
sus unidades paramilitares y confiscó ordenadores, libros y más
materiales antes de entregar una citación a un hombre. El mismo día,
hubo redadas en otras dos casas de Portland, pero esos objetivos ya no
vivían allí. En otro sitio, los federales consiguieron entregar dos
citaciones, una en Olympia y la otra en Portland. Se han expedido otras
tres citaciones, pero los federales no han tenido éxito en sus intentos
de localizar a sus destinatarixs. Todxs lxs citadxs han decidido no
cooperar con el Gran Jurado y, por eso, podrían enfrentarse a un tiempo
en una prisión federal por su valiente silencio ante esta última
inquisición.
La comparación del Gran Jurado con la Inquisición no es una
comparación barata ni el/la autor(a) la utilizará para impactar. El Gran
Jurado no es más que la encarnación más reciente de un método muy
antiguo de contrainsurgencia. Cuando la rebelión se vuelve contagiosa,
las autoridades usan “investigaciones” invasivas y violentas para echar,
aislar y, al final, castigar a lxs alborotadorxs. La intención clara es
disciplinar los elementos incontrolables a través del miedo y la
brutalidad.
Las tácticas inquisitorias siguen vivas y bien seis siglos después.
Por aquel entonces, un “tribunal eclesiástico” se reunía y convocaba
testigos para que dieran testimonio, muchas veces, sobre otras personas.
El objetivo de estos tribunales era escudriñar a la población de un
pueblo rebelde o “diabólico” y localizar a lxs herejes y brujas. Cuando
lxs descubrían, a estas personas las encarcelaban, colgaban o quemaban
vivas.
La Iglesia justificaba estas actividades usando el lenguaje del
pecado y el horror cristiano, pero la gente a la que torturaban y
asesinaban no eran lxs esclavxs poseídxs de Satán. En muchos caso, estxs
herejes y brujas eran personas que no se sometían al control y sumisión
que el Papa exigía a todxs lxs que vivían dentro del Imperio. Eran
rebeldes y vagabundxs, mujeres sabias y anarquistas.
Val Camonica, a principios del siglo XVI
E pueblo de Val Camonica en Italia había sido, durante mucho tiempo,
un lugar de paganismo y libertad. La gente que vivía en el área había
continuado con su forma de vida relativamente autónoma entre los días
del Imperio romano y la Iglesia. Cuando la Iglesia empezó a promulgar
leyes en 1498 que prohibían las pequeñas formas de lo que se llamaba
herejía, quedó claro que había empezado a moverse contra quienes no
quisieran vivir dentro del sistema económico y religioso dictado por
Roma. En 1499 se sospechaba que la mayoría de la población había
participado en una misa negra nocturna con el demonio.
Seis años después, la Inquisición quemó a un hombre y siete mujeres
acusadxs de ser brujas, aunque en realidad se trataba de figuras
poderosas e insubordinadas de la región de Val Camonica. Tanto si se
negaban a casarse y tener hijxs como si recordaban cómo vivir de la
tierra sin dinero ni economía, para la Iglesia eran una amenaza para el
orden. Para justificar la quema de estas personas en la hoguera, la
Inquisición le dijo a todo el mundo que lxs acusadxs habían dormido con
el demonio y habían causado una hambruna usando la magia. Estas
ejecuciones de 1505 sirivieron para pacificar el área durante varios
años en los que la gente vivó con miedo y sospechando lxs unxs de lxs
otrxs.
La Inquisición no volvería a la región hasta 1510 para controlar la
zona ahora azotada por la sequía. Como el Imperio había forzado a sus
súbditos a vivir en pueblos y cesar sus formas de vida tradicionales
basadas en la tierra, la sequía que golpeó Val Camonica puso nerviosos a
los gobernantes de la zona y les hizo temer un levantamiento contra el
sistema de gobierno que encadenaba a la gente a los mercados y las
iglesias. Solo idiotas o esclavos seguirían viviendo en una ciudad y
usando dinero cuando el área circundante era estéril y yerma. Para
aplastar a lxs indisciplinadxs, la Inquisición reunió otro tribunal y
empezó a convocar a personas para testificar lxs unxs contra lxs otrxs.
Para cuando terminaron, la Inquisición había quemado docenas de sus más
temibles oponentes. Aunque, a pesar de la represión, Val Camonica siguió
siendo ingobernable.
La costa noroeste, hoy
Se supone que el Gran Jurado de Seattle debe funcionar de la misma
manera que la inquisición: localizar un área insumisa del país, reunir
un gran jurado, convocar a gente al azar supuestamente vinculadas a
insumisxs, sacarles una declaración y usar esta información para
convocar a más, todo con la esperanza de encontrar a algunxs malvadxs a
lxs que castigar.
Por desgracia para los sádicos al cargo, la quema de brujas ya no es
aceptable. Ahora, el Gran Jurado solo puede encarcelar a las personas
que les gustaría obligar a someterse. Más allá de esto, sus otros
métodos son enfrentar a la gente, animarlxs a vender a sus amigxs y
mostrar a la gente quiénes supervisan que la rebelión no se tolere.
El Gran Jurado es tan despreciable y sádico como la Inquisición. La
diferencia básica aquí es que si ahora el Estado quemara a un/una
rebelde en una plaza pública, seguramente, le seguiría una revuelta. Las
tácticas de la Autoridad cambian según el contexto y hoy en EEUU, el
Estado cubre sus actos y ardides bajo una apariencia de democracia y
justicia. Pero está muy claro que las intenciones estatales son recordar
a todo el mundo que está preparado y dispuesto a destrozar vidas para
proteger este asqueroso mundo de dinero y control. El terror, la
desconfianza y la traición pueden anegar este tipo de ambientes
impredecibles, haciendo cenizas todo atisbo de pasión rebelde. Este es
el verdadero objetivo de toda caza de brujas. Pero no siempre funciona.
No te olvides de que el miedo y la traición son los grandes
aliados del enemigo. La fuerza, el silencio y la solidaridad son
nuestros.
No mires a otrxs para saber qué hacer para luchar contra el enemigo. Lo sabrás cuando decidas no morir.
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