Extraído de CONTRAINFO
Sigue una breve actualización
de la situación de los activistas presos Ihar Alinevich, Mikalai
Dziadok, Artsiom Prakapenka, Pavel Syramolatau, Aliaksandr Frantskievich
y Jauhen Vas’kovich, además de información sobre las atroces
condiciones de las prisiones bielorrusas. Pincha aquí,
para descargar/leer en inglés el boletín contrainfomativo de
primavera-verano de la Cruz Negra Anarquista de Bielorrusia. Además, el llamamiento de solidaridad internacional se ha renovado por IAF-IFA, para el 22 y 23 de septiembre, coincidiendo con las elecciones parlamentarias que se llevarán a cabo el 23.
Mikalai Dziadok (4,5 años) lleva casi tres meses en
una celda de aislamiento tras negarse a trabajar los sábados. En las
colonias penales bielorrusas, es obligatorio trabajar pero está regulado
por el Código laboral, que prescribe que una persona no debería
trabajar más de 40 horas a la semana. A Mikalai lo forzaban a trabajar
más los sábados, pero se negó. El 1 de junio, lo castigaron con 6 meses
de aislamiento. Durante este tiempo, se le han negado las visitas, las
llamadas y el suministro de comida de fuera.
Ihar Alinevich (8 años) cumplió 14 días en una celda
de castigo por negarse a limpiar el patio interior de la colonia. Este
trabajo lo realizan solo ciertos presos de la casta baja*. Aun así, la
administración de la prisión lo intenta convertir en preso de casta
baja. En las cárceles bielorrusas, los de casta baja hacen todo el
trabajo sucio, comen y trabajan separados, son objeto de humillaciones y
otros presos los suelen usar para el sexo. Probablemente, la presión
venga por el hecho de que la madre de Ihar empezó a publicar sus diarios
carcelarios. Antes, ya se había negado a firmar la petición de
clemencia.
Aliaksandr Frantskevich (3 años), lo metieron en una
celda de castigo por negarse a limpiar la celda, que es trabajo de los
de casta baja. Antes de eso, lo visitó un policía de alto rango que
había montado los arrestos de anarquistas en otoño de 2010. Intentó
intimidar a Aliaksandr y le dio a entender la necesidad de firmar la
petición de clemencia. Además, los otros presos reciben castigos por
tener contacto con Aliaksandr.
Jauhen Vas’kovich (7 años) no recibe cartas sino de
sus padres. El censor solo le enseña sobres vacíos. Informó de que a él
también le ofrecieron firmar la petición de clemencia, pero se negó.
Artsiom Prakapenka (7 años) lleva en huelga de
hambre desde el 8 de agosto y se encuentra en una celda de castigo. A
Artsiom lo obligaron a trabajar en el primer turno, por lo que no puede
prepararse el almuerzo vegetariano, como hacía antes, cuando trabajaba
en el segundo turno. También se negó a firmar la petición de clemencia y
solo recibe cartas de sus padres.
Pavel Syramolatau (7 años) firmó la petición de clemencia en junio, aun no ha sido liberado.
*Existe una jerarquía estricta en las prisiones postsoviéticas según
la que se distinguen diferentes “castas”. Cada casta tiene ciertos tipos
de derechos y deberes. La jerarquía no es tan estricta como antes, aun
así, la autoridad carcelaria las distribuye. A veces, esta usa la
jerarquía en su beneficio.
“Blatnye” – miembros de la mafia o grupos organizados desde antes de
encarcelarse, están en la cúspide de la jerarquía. Están a cargo del
suministro ilegal de comida, té, cigarros y móviles en prisión.
Garantizan la “ley de la cárcel” y juzgan los conflictos entre presos.
No suelen trabajar.
“Muzhiki” – presos comunes, el grupo más numeroso. Trabajan, no
luchan por el poder en prisión, no colaboran con la administración
carcelaria.
“Kozly” – presos que colaboran abiertamente con la autoridad
carcelaria, trabajando para la administración (libreros, diferentes
gestores, etc.). Está mal visto relacionarse con esta casta.
“Opuschennye” (casta baja) – personas a las que se les viola, presos
sentenciados por pedofilia, violadores y gente que se relaciona con los
antes mencionados. Basta con aceptar algo de un preso de dicha casta,
tocarlo o comer con uno de ellos a la mesa para que te consideren
también uno de ellos. No tienen ningún tipo de derechos y suelen hacer
el trabajo sucio, es decir, limpiar los baños, entre otros. Siempre
viven separados de los otros presos.
La autoridad carcelaria ha intentado trasgredir las “leyes” y mezclar
todos los tipos de presos, pero siempre ha dado lugar a desórdenes
masivos e intentos de suicidio. Para cualquier preso, es mejor morir o
que te castiguen, que el hecho de que te etiqueten como casta baja y
cumplir el resto de la pena entre humillaciones. Es casi imposible
cambiar de casta.
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