Saludos compañerxs!!!
Escribo esta carta impulsado por la fuerte necesidad que siento de
comunicarme con lxs compas del exterior. Estoy convencido de la
importancia de estar enteradxs de cualquier acontecimiento de lucha
frente a lo que comúnmente llamas “el enemigo”, o sea, el estado
capital; pasando por sus mezquinas instituciones y sus fascistas métodos
de control.
La
lucha anticarcelaria también es importante y he aquí mi necesidad de
compartir mi situación como preso anarquista, aclarando a priori que en
ningún momento he intentado victimizarme por lo que en este momento me
toca vivir, pues como ya he dicho (o escrito) antes: no creo ni acepto
en la presunta inocencia o culpabilidad de los delitos que se me achacan
(acusan), que me reclamo como anarquista de proyectualidad
insurreccionalista y revolucionaria secuestrado por el estado (y no
“victima” de secuestro, como lei en un comunicado) y que el hecho de
externar mi situación carcelaria es para denunciar públicamente tan solo
una pequeña parte de la forma de actuar de esta asquerosa institución.
“Si no se ve no existe” y dentro de mis escasas posibilidades, hacerlo
que se vea por medio de este tipo de denuncia, es parte de mi lucha
anticarcelaria.
Hace
aproximadamente un mes (mediados de marzo) cuando aun estaba en la
parte inicial de ingreso de este reclusorio, ocurrió el primer golpe. Alrededor de las 7 de la noche me encontraba con un compa de celda,
cuando de repente se acerca un tipo de tosca figura -que por cierto no
conocía yo- y me empezó a buscar pleito con agresión verbal y empujones;
parte de la dinámica de la cárcel consiste en pelear cuando está en
juego tu “reputación” (cosa que a mi me vale un cacahuate) pero al calor
de las palabras y el estrés del encierro, caí en esta dinámica.
Después
de unos cuantos golpes y como por arte de magia, apareció un par de
custodios (es raro o no tan frecuente que los policías entren a los
pasillos de las celdas) y nos “cachó” en plena pelea. Ellos suelen bajar
los ánimos con unas cuantas cachetadas y golpes con puño cerrado al
cuerpo para someter a los que pelean, y así lo hicieron conmigo y el
pesado sujeto con quien peleaba (es una tremenda impotencia no poder
defenderte frente a los pinches putos policías de mierda, porque hasta
otro proceso te abren por agresión a su puta autoridad), y pensé que
hasta ahí llegaría la cosa; pero no. Después de humillarnos frente a
todos los presos presentes, nos bajaron por las escaleras a empujones,
de repente ya no vi a mi inicial agresor y solo me llevaban a mi, hasta
hoy no he vuelto a saber de el, y al llegar a la caseta me vuelven a dar
golpes; fue hasta ahí que pude soportar y les empecé a responder con
insultos verbales con la firme idea de pasar al insulto físico, pero no
me dieron oportunidad debido a sus, cada vez mas, fuertes golpes. No
recuerdo bien el camino pero me llevaron a un cuarto oscuro, y antes de
meterme ahí, me desnudan en totalidad y me avientan un bote de agua
adentro del cuarto, entonces me dan unos últimos golpes (como para que
nunca me olvidara de ellos) y me avientan al cuarto. Era de noche, hacia
frió, me quitaron toda mi ropa, el piso mojado, con muchos golpes en el
cuerpo, el cuarto sin un solo rayito de luz, ¿te imaginas que noche
pase? Sentí miedo, rabia e impotencia. Yo me atrevo a calificarlo como
tortura física y psicológica.
Nunca
he temido a la oscuridad, hasta esa noche, fueron alrededor de 10 horas
volteando (sin ver) a todos lados esperando que algo más pasara, hasta
que amaneció y fueron a sacarme de ahí. Obviamente era ya otro turno de
custodios.
Me
llevaron a mi celda- no sin lanzarme una breve amenaza de no decir nada
de lo ocurrido- y al llegar a mi celda preferí no hablar con nadie, no
por la amenaza si no por que aun me encontraba consternado.
Coincidentemente ese mismo día me llevaron a la siguiente fase de ese
centro de extermino llamado Reclusorio Oriente, por la noche ingrese a
C.O.C. (Centro de observación y Clasificación) donde desde que ingresamos
los casi 150 internos, nos recibieron con su habitual “terror
psicológico”. Allí en c.o.c. me esperaba otra sorpresita. Muy temprano
nos llamaron para hacer la famosa “fajina”, que es la limpieza del
edificio, o mejor dicho, la supuesta limpieza, pues en realidad es un
pretexto para realizar una jugosa extorsión. Al formarnos a todos nos
dijeron: “al chile (expresión muy utilizada por acá) ¿Quién se va a
ponchar y pagar $2500 pesos para no hacer fajina? Porque nosotros nos
encargaremos de que no aguanten y de todos modos paguen”, algunos
accedieron a su petición. Pero otros decidimos enfrentarnos a esa
fajina. Recuerdo que me decían “mejor paga güerito, tu debes de tener
dinero, no te hagas wey, nosotros vamos a hacer que te ponches”. Ese
primer día hice la fajina, la cual consiste en hacer “ejercicio” de una
manera casi deshumanizada con la firme intención de que tu cuerpo
reviente y accedas a pagar y claro esta, siempre con unos gorilas detrás
de ti exigiendo mayor rapidez y si no vas al ritmo, vienen los golpes.
Esto es 2 veces al día, alrededor de 3 horas de tortura.
Al
día siguiente me repitieron “mejor pónchate tu solo” y a la media hora
de fajina, al estar haciendo una especie de “carritos” que consiste en
inclinarte y limpiar el suelo con un trapo mojado, esto a gran
velocidad, me caí y fue entonces que me levantaron de un patadon en la
espalda-cadera.
Yo
de por si tenia un poco de problemas con mi espalda, pues allí ya no me
pude parar de inmediato. El dolor fue demasiado y recuerdo que voltee a
ver al agresor (un preso borrega que trabaja con los de la fajina) y me
dieron ganas de responderle, pero una vez mas, no pude, aun iba con los
estragos de la paliza de hacia apenas dos días en la pelea y cuarto
oscuro, y ahora con la espalda lastimada, ni hablar. Como pude me pare y
fui con el encargado de la fajina, el solo me dijo: “pues si ya no
puedes, entonces paga”. Fue así como caí en esa extorsión.
Tuve
que llamar a una persona para que me depositaran $2000 pesos. Al hablar
con esta persona que menciono no pude evitar llorar, a causa de la gran
impotencia y dolor, pero nunca les di el gusto de hacerlo frente a esos
asquerosos fajineros.
Hago
un breve paréntesis para recordar que en ningún momento me hice la
victima. Ofendido si, pues intentaban pisotear mi dignidad.
Como
“coincidencia”, en dos semanas le negaron el acceso de visita a mi
madre, que era la única visita que recibía yo, argumentando que había un
problema con su identificación al llegar a c.o.c. los borregas te hacen
una “inspección” y te roban dinero y tarjetas de teléfono. Yo no llevaba
dinero pero si tarjeta, la cual robaron junto con mi agenda de números
telefónicos. O sea, que esas dos semanas estuve incomunicado,
misteriosamente incomunicado. Solo pude hacer la llamada para pedir el
dinero…
Nunca
pensé en ir a quejarme ante las “autoridades” de la institución, pues
de sobra se que es parte de la misma pandilla de culebras de total
complicidad. Menos ante los “derechos humanos” pues sus derechos son a
conveniencia y yo no les creo nada.
Tocando
el tema de las extorsiones, quiero aclarar lo siguiente: Cuando me
refiero a extorsión, hablo de una presión que alguien te ejerce para
conseguir ciertos resultados favorables para alguien, aun en contra de
tu voluntad, pues por “x” causa queda fuera de tu control; no a la
“extorsión” de que alguien te pida dinero y tu, por miedo a que no te
golpean les des cierta cantidad.
Y
es que una persona muy querida para mi, en una ocasión me dijo “ya no
les des dinero”, como si yo hubiera optado por la segunda definición de
extorsión, se que no fue su intención pero comprendo que varias personas
se pudieron haber ido con esa impresión.
En
relación a las extorsiones con el tema en cuestión, la cárcel y la
lucha anticarcelaria, diré que aquí, pues cobran por todo, en realidad,
por todo y eso a mi me suena ridículo pero también me preocupa mucho que
nadie dice nada. Y se que el hecho de que yo lo diga por aquí no cambia
nada, pero no pretendo caer en este borreguismo colectivo.
Te
cobran por usar los baños (el que esta en la celda no basta por tantos
internos en una celdita), por usar agua de la llave, pues se va el
servicio en las celdas muy seguido, por tomarte lista (puedes creer?
Por pasarte lista), por ir a juzgados, por recibir a tu abogado, por
recibir a tu visita y aparte por el uso de la mesa que usas, por bajar
la escalera en el día de visita, por poder salir de tu celda (le llaman
desapando), en población te cobran los candados, es decir, para poder
salir de tu anexo o dormitorio, te cobran en cada una de las 3 facetas
(ingreso, c.o.c. y población), material como escobas, jabón, botes,
jalador y no se que mas, etc., etc. Un negociazo este!
Y cuidado! Donde te niegues a pagar, viene la mano dura.
No puedo dejar de mencionar los laicos, que son como unos piojos blancos
y las chinches y las cucarachas, son parte de la cárcel!!! Pican duro.
Otro aspecto que no me gusta, de hecho a nadie le gusta, es el
hacinamiento. En ingreso y población las celdas son muy pequeñas, al
menos en mi experiencia en ingreso en una celdita de aprox. 3 metros por
2 y medio vivíamos unos 23 presos y en población en un cuarto maso
menos similar vivíamos unos 17. Es muy incomodo y hasta peligroso para
el físico la manera en que duermes, si es que duermes, sobre todo los
nuevos que duermen hasta sentados en una orilla de la taza del baño cada
quien. El hacinamiento en las cárceles mexicanas es de preocuparse, al
menos en el oriente a mi me consta.
Y
a pesar de que somos muchos, no pasa nada. Aquí los métodos de
domesticación son bastante notables, como el caso de la religión, es
impresionante la cantidad de personas que te dicen :”quizá por voluntad
de Dios estamos aquí, el tiene un propósito para nosotrxs aquí y debemos
atender su voluntad” y se ponen a cantarle y a lloriquearle esperando
los saque de aquí pronto. Cuando saben que soy ateo y me parece una
tontada que se cieguen por ese dogma, en seguida se alejan de mí o me
empiezan a hacer preguntas medias raras, pero ese es otro tema.
Otro
caso de tener a los presos pasivos es el de droga y respecto al tema,
siempre he pensado que cada quien es libre de elegir como vivir su vida,
si meterse droga o no y que tipo de droga, pero también he sostenido
que su uso, muchas veces es una barrera que frena al individuo en sus
ansias revolucionarias y terminan desviando sus objetivos a un letargo
de artificial felicidad; sobre todo con las llamadas drogas duras. Esto
entre otras cosas.
La
cárcel denigra al preso, lo humilla, lo pisotea y busca acabar con su
dignidad y formar de el un despojo humano sin voluntad, servil y
obediente, premiando con el puesto de “borrega o chivato” a quien
muestre fidelidad y lealtad al sistema, y castigando y aislando a quien
no acate sus tontas normas o cuestione y desobedezca sus prácticas de
terror.
Por
eso me declaro preso anarquista en lucha anticarcelaria. Plantar cara
al poder desde dentro de prisión es impulsado por conservar nuestra
identidad como personas que sentimos amor por la libertad, por nuestra
dignidad y por defender lo que somos, liberando nuestros impulsos mas
salvajes si es necesario, y ante tanta humillación se vuelve necesario y
ante tanta humillación se vuelve necesario hasta lo mas destructivo de
nuestro ser. Me considero una persona libre aun dentro de prisión y esto
será mientras no logren destruir mi individualidad, mientras sus modos
de control y dominación no logren traspasar mi negro corazón, mientras
siga reconociendo la solidaridad de lxs compañerxs de afuera hacia lxs
presxs que nos encontramos en garras de cualquier cárcel, de cualquier
centro de exterminio, de cualquier instituto de subordinación.
Las
tácticas de terror y miedo de la cárcel no pueden, ni podrán parar ese
huracán de pasión creadora, de pasión destructiva y de pasión
constructiva, esta proyectualidad liberadora; y aunque enfrentar a su
autoridad traiga consigo la eminente consecuencia de la represión, aquí
nadie claudica, nadie da un paso atrás contra el odiado enemigo.
El
sistema carcelario busca que veamos su violencia hacia nosotrxs como
algo normal, que nos acostumbremos, que comprendamos que así se debe
llevarse la cárcel; en lo personal no pienso dejarme domesticar, no temo
a sus represalias, no soy de los que se declaran enemigos del estado y
buscan llevar su vida “normal” y sin buscarme problemas, eso no me suena
a convicción. No pretendo ser como el que recibe un golpe y pone la
otra mejilla, ni como el que espera a que “las condiciones se den para
poder actuar” ¡no! Mas bien creo que una agresión debe devolverse al
doble, ojo por ojo, a su violencia nuestra violencia antagonista,
accionar sin esperar a que los tiempos estén maduros pues tal vez estos
se lleguen tarde, a una fogata responder con un incendio.
Ya no termine de escribir todo, pero con eso…
Abajo los muros de las prisiones!
Fuego a las cárceles!
Por la anarquía!!
Carlos “chivo” reclusorio Oriente.
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